"Las semillas germinadas son alimentos vivos que contienen grandes cantidades de enzimas, clorofila, aminoácidos y oligoelementos. De reducido contenido calórico, son verdaderos concentrados de vitaminas (A, B1, B6, B12, C, D, E, K) y minerales tales como calcio, hierro, fósforo, magnesio, así como de fibra. Pueden considerarse auténticos "alimentos funcionales" porque contribuyen a corregir las carencias de la alimentación moderna. Son capaces de regenerar y dar vitalidad al organismo, estimulan el funcionamiento del sistema inmunitario. Son muy efectivos contra el estrés y la fatiga y, debido a su poder antioxidante, ayudan a ralentizar el proceso de envejecimiento. La reserva nutritiva en todos los granos y semillas, consiste en proteínas, carbohidratos, vitaminas y sales minerales. Son los nutrientes que requiere nuestro organismo para su correcto mantenimiento y desarrollo. Al germinar, las semillas se convierten en un alimento fácilmente asimilable porque liberan todos los nutrientes encapsulados y multiplican su valor nutricional. Este proceso es como una predigestión, por lo que son adecuados para estómagos delicados. Estos son algunos de sus múltiples beneficios:
- Se forma la clorofila, estructuralmente muy similar a la hemoglobina, que lleva oxígeno a las células y es un buen agente desintoxicante y regenerador del organismo.
- Son útiles para favorecer la flora intestinal y contra el estreñimiento, por su alto porcentaje de fibras.
Las semillas para germinar se pueden cultivar y conservar fácilmente en casa, y se convierten en brotes en pocos días. Sólo se requiere un recipiente, agua, luz y temperatura ambiente. Así se tiene la seguridad de consumir un producto que no ha sido adulterado ni rociado con insecticidas o fertilizantes químicos. Además, los podemos elaborar en cualquier época del año con la garantía de que sus nutrientes son de alta calidad biológica ya que de lo contrario la semilla no germinaría
Los brotes germinados se pueden consumir enteros, incluyendo las raíces y hojas. Son muy agradables al paladar, por su sabor intenso o picante, sabroso o delicado, en función de la especie o variedad. Se adaptan bien a platos de todo tipo, aunque es preferible consumirlos crudos, porque la cocción destruye gran parte de su contenido nutricional. Por ejemplo en ensaladas, licuados, bocadillos, tapas, etc. En el caso de platos calientes se recomienda añadirlos al final, para que no pierdan sus propiedades."